El Reloj del Corazón

“Todo tiene su tiempo determinado, hay tiempo para todo propósito debajo del cielo; hay tiempo para nacer y tiempo para morir, tiempo para llorar y tiempo para reír, tiempo para unir y tiempo para separar, tiempo para amar y tiempo para odiar, tiempo de guerra y tiempo de paz”

Eclesiastés.


Pero da la casualidad que en nuestra vida, hay tiempos que se cuentan de forma diferente.


Has semanas que duran años, como hay años que no llegan a contarse en un día, en una semana.


Hay pasiones que serán eternas, como aquellas que pasarán muy rápido, a pesar de que el almanaque nos muestre que estas estuvieron años en nuestras vidas.


Hay amores no realizados que dejarás, miradas que durarán meses y meses, y besos no entregados que siempre esperarán su llegada.


Hay trabajos que nos toman décadas de nuestro tiempo, pero en nuestra memoria solamente tomarán semanas, cuando los recordemos.


Y hay uniones, que al mirar para atrás, no llenan un día de nuestras vidas.


Llegamos a tener tristezas que nos paralizan por meses, pero al pasar los días difíciles, no guardamos recuerdos de esas horas nefastas.


Y sin duda hay personas que nos cambian la vida y eventos que nos marcan, y duraran para siempre.


El nacimiento de un hijo, la muerte de un abuelo, un viaje inolvidable, o el éxtasis de un sueño realizado, todo esto tiene una duración que nos enseña el significado de la palabra “ETERNIDAD”.


En mis pocos o muchos años, hice muchas cosas y he dejado de hacer otras, miles de veces me he equivocado, pero eso me ha enseñado a levantarme otras tantas.


De acuerdo a mi espíritu, hubo viajes que nunca tuvieron un final. Como hay recorridos que no recuerdo haberlos hecho. Como hay caminos que aun no he recorrido.


Hoy descubro que el reloj del corazón late con otra frecuencia que la que late mi pulso.


Marca un tiempo diferente de emociones que perduran y que nos muestran el verdadero tiempo de la gente.


Por este reloj, se envejecen las cosas que no conseguimos alargar a través del tiempo que vivimos, y luego, así sin más, miramos hacia atrás y notamos que hemos madurado.


Y pensamos en todo aquello que no hicimos, en vez de alegrarnos y sonreír con los recuerdos de lo que vivimos.


Por eso, de un tiempo para acá, he aprendido que hay que vivir el tiempo y consultar al reloj del corazón; porque él nos mostrará el verdadero valor del tiempo en el mundo.


Ese tiempo que nos dice que la vida es la tarea que nosotros trajimos para hacer en casa y que cuando nos damos cuenta ya pasó el día, ya es viernes, ya es navidad, ya terminó el años, ya perdimos al amor de nuestra vida, y que si no lo notamos a tiempo, pasaran los años, el hubiera no existe, y después no vale arrepentirse.


Hoy que me he dado cuenta de esto, ya no miro el reloj y sigo siempre adelante, voy jugando por los caminos del tiempo y les digo a las personas que me importan que las AMO.


No dejemos de hacer las cosas que nos gustan debido a la falta de tiempo, porque para todo lo hay, solo es cuestión de darle el verdadero valor y significado a cada una de las cosas que hacemos.


No dejes de rodearte de personas por miedo a ser feliz, la infelicidad es parte de una inseguridad, un miedo que con el paso del tiempo nos calcina.


Recordemos que el tiempo se va y no vuelve, así que vivamos cada día de nuestras vidas como si fuera el último, como si de verdad se nos terminara el tiempo.


El presente es una sombra que se mueve separando el antes del mañana y en el descansa la esperanza.


Porque el tiempo fue inventado para que las cosas no sucedan todas a la vez…

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